A la mayoría de los hombres les gustaría oír que son buenos amantes en la cama. Pero ¿cómo saber la verdad?
Muchos hombres piensan que para ser buenos en la cama hay que conocer varias técnicas o realizar cientos de posiciones diferentes mientras se practica el sexo. Pero ser un buen amante tiene mucho más que ver con la capacidad de expresión, de diálogo y, sobre todo, de asegurar el placer del otro.
De nada sirve tener el Kamasutra en la punta de la lengua si no se es capaz de empatizar y saber qué hacer para complacer a la pareja. Cada persona es diferente, y lo que funciona para una mujer puede no funcionar para otra. Hay que estar dispuesto a entender qué es lo que da placer a tu pareja.
A veces, preocuparse sólo por la técnica acaba por obstaculizar el establecimiento de una intimidad profunda que es muy importante para las mujeres.
Cómo saber si eres un buen amante en la cama
Una de las formas más fáciles de saber si eres un buen amante sexual es si tu pareja quiere volver a tener sexo. Pero hay otras actitudes que se pueden tener en la cama que definitivamente harán que un hombre sea considerado bueno en la cama.
- Hombres que se preocupan por la «apariencia» – Aquí se habla de apariencia en el sentido de preocuparse, por ejemplo, por el cuidado de la propia apariencia, por la higiene personal y también por proporcionar un entorno sensual y agradable para tener sexo.
- Hombres que ponen el placer de la otra persona en primer lugar – La preocupación por asegurarse de que la pareja esté satisfecha y llegue al orgasmo también indica que el hombre es un excelente amante.
- Atención a los deseos y fantasías de la pareja – Los hombres que están dispuestos a escuchar lo que quiere su pareja. Las personas de mente abierta suelen ser más extrovertidas en la cama y más abiertas a nuevas experiencias.
- Hombres que llegan al orgasmo primero – A los hombres a veces les cuesta más retener un orgasmo, pero incluso cuando lo hacen, siguen dando placer a su pareja.
Cada hombre tiene una personalidad sexual diferente. Puede ser más sensual, romántico, travieso, más enérgico o una mezcla de ellos.
No importa cuál sea la predominante. Lo que importa es la voluntad de satisfacer a la pareja, estar dispuesto a proporcionar una experiencia placentera y hacer que el otro se sienta deseado.
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