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Una despedida de soltero inolvidable

Uma Despedida de Solteiro com strippers Inesquecível

Me invitaron a una boda y, como yo, todos estábamos solteros, salvo Vítor, que decidió casarse con María nada más terminar la carrera.

Tanto los amigos como las amigas de los novios planearon sus despedidas. En la misma noche, Vítor y yo nos fuimos a la despedida de soltero juntos mientras su esposa, María, acompañó a las chicas a su despedida de soltera.

La despedida de soltero parecía muy discreta, un barril de cerveza y una pila de vídeos XXX para ver en una enorme pantalla. Francamente, yo me estaba aburriendo, mi amigo también, así que decidimos salir a tomar un poco de aire fresco.

Fuimos sorprendidos por voces que parecían distantes en dirección a la casa. Nos escondimos para finalmente descubrir que se trataba de las chicas de la despedida de soltera que se estaban acercando con unas atractivas acompañantes.

Vestían unos pantalones cortos, faldas y reducidos tops y la noche estaba cálida y húmeda. ¿Qué tendrían entre manos?

Pues nada más y nada menos que aparecer en la despedida de soltero de la mano de unas strippers. ¡Mejor imposible!

Mi amigo y yo, en nuestro papel de «viejos gruñones» del grupo, estábamos preocupados con que esas chicas aparentemente formales se pudiesen escandalizar al entrar y ver un vídeo más que explícito, pero decidimos dejarnos llevar por la situación: la fiesta tenía que animarse.

Las chicas entraron gritando «Están todos presos!»

Los chicos se asustaron mientras, en silencio, los ojos de las chicas se fijaron en la televisión. María se unió a nosotros en el fondo de la sala y empezamos a reír mientras asistíamos al espectáculo.

A excepción de María, toda una experta, y las strippers, las chicas no habían, aparentemente, visto vídeos pornográficos antes; parecían, al mismo tiempo, sorprendidas y maravilladas.

Vítor y yo nos encargamos de servir las bebidas. A Crystal, la más bonita de las chicas, le servimos una caña y me acompañó hasta el fondo de la sala, y se sentó a mi lado, junto al barril.

La humedad y firmeza de su short se combinaban de tal forma que, al acercar la mirada, pudiera percatarme del contorno de sus labios mayores y cuando ella se curvase, ver su para de tiras blancas en forma de creciente. La parte inferior de sus carnes sobresalía más allá de los límites de su bronceado.

Al estar sentado al lado del barril, yo no necesitaba ni levantarme para rellenar mi copa, pero cuando lo hice y miré al otro lado de la sala, pude ver como las chicas disfrutaban con sus hombres, y parecía que las manos se entretenían con los pechos e ingles.

Mirándome con los labios abiertos, ella soltó un «mmmhhhmm» casi inaudible cuando el siguiente trozo de vídeo porno empezó. Me incliné y la besé, sus labios y lengua me respondían mientras acariciaba sus adorables senos.

La besé desde el cuello hasta sus soberbios senos, cruzando la marca de bronceado diagonal que los atravesaba. Crystal, gimiendo suavemente, proyectaba su pecho hacia adelante, metiendo aun más si cabe sus jóvenes senos bien formados en mi boca.

El resto del grupo, al fin, se había animado también, medio desnudos, se besaban y acariciaban mientras veían el vídeo XXX y las strippers se unían a la provocadora y estimulante fiesta.

En el mismo momento en el que nos levantamos, pude darme cuenta de que la blusa de María estaba levantada, y Víctor soltó el sujetador para liberar sus esplendorosos pechos y refregar su barbudo rostro en ellos. ¡Al fin! Desde el primer momento en que la conocía, hace muchos años, estaba deseando ver esos espléndidos senos.

Con la chimenea al fondo, nos despojamos del resto de nuestra ropa – mi dedo en su vagina y su mano en mi polla, poco antes de sujetarla y hacer que se acostase mientras la besaba y mordía en cada centímetro cuadrado de su delicioso y joven cuerpo.

Crystal no era delgada, pero tampoco gorda. Muy carnuda, con las necesarias curvas para mostrar unos pechos grandes, redondos y firmes que quedaban juntos, incluso cuando ella se postraba de espaldas, una cintura fina, un trasero que recordaba al de una negra, y podía ver cada músculo de sus brazos y piernas cuando se movía: «voluptuosamente atlética» no hay mejor expresión para describirla.

Tras haber recorrido su cuerpo entre besos y mordiscos, excepto su vagina y su ano, me dispuse a saborearlos, abriendo sus piernas. Como los labios de su rostro, sus labios mayores eran abundantes, rúbeos y carnudos, su clítoris expuesto, como una pequeña erección, ella estaba toda mojada.

En un rápido movimiento, la penetré y Crystal hizo un sonido difícil de describir, aunque yo no pueda olvidarlo. Encontrar su punto G originó un tipo de sonido secuencial, inmediatamente seguido de algo parecido a unos pitidos estáticos.

Yo había aumentado gradualmente la velocidad buscando un polvo rápido cuando, a juzgar por los movimientos de su cadera y sus sonidos únicos, ella estaba alcanzando el Orgasmo. Mientras nos mirábamos, me agarró las nalgas, me clavó sus afiladas uñas hasta causarme dolor y empezó a empujarme para adelante y para atrás.

Acabamos haciendo prácticamente todo lo que vimos en la película XXX, muchas de cuyas posturas, Crystal reconoció que había sido su primera vez. «Intentémoslo, ¿a qué le llamaste polvo volador? ¡Me encanta!» exclamaba ella.

La vagina de Crystal estaba húmeda y se contorsionaba tanto que no pude más que eyacular con tanta fuerza que la inundó. No me puse a contarlos, pero ella tuvo varios orgasmos seguidos antes de que, satisfechos, nos acostásemos y aprovechásemos el espectáculo en directo que la fiesta estaba ofreciendo, con las strippers orquestando una lujuriosa sinfonía.

De lejos, la mejor fiesta de despedida de soltero a la que fui… aunque la noche no hubiese terminado ahí. Crystal llamó a una de las strippers que nos rodeaban y… bueno, esa es otra historia que contar en otro momento, toca descansar…

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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