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El Sexo Perfecto

Contos Eróticos: O Sexo Perfeito

Caminamos por la calle de la mano. Delante de mi edificio, el beso de despedida se convierte rápidamente en una sucesión de caricias … Él me sujeta con firmeza y, al mismo tiempo, suavemente, me besa, con avidez, pero sin prisas… huele tan bien… lentamente, nos acercamos a la puerta de entrada y sin apenas darme cuenta, abro la puerta de mi apartamento. Sus labios son tan suaves y como si no quisiese soltarle nunca más, lo arrastro por el estrecho pasillo hasta el sofá. Estoy ya tan excitada como él, por lo que se puede deducir de su abultados pantalones. Eso me pone todavía más cachonda.

Mientras nos besamos, sus ojos azules penetran en mi interior. Él me mira como si me tuviese que preguntar qué necesitaba y yo simplemente le digo, en tono goloso, «¡Fóllame…!».

Me quita la blusa y me sujeta, empieza a chupar y a besarme el cuello todo excitado. Cierro los ojos y me concentro en este ardiente juego. Cuando él llega a mi sujetador, se para y lo abre lentamente. Mientras me desnuda, él se baja sus vaqueros y se quita la camisa. Seguimos en unos frenéticos preliminares: acaricia mis senos, devorándolos tiernamente, besándolos apasionadamente. Yo siento que vibro con cada caricia suya. Me besa en la barriga, temblorosa, me arrodillo… sus labios se lanzan sobre mi clítoris, mis labios internos se sumergen en un lascivo jugo. Lentamente, soy penetrada por su lengua y empiezo a gemir plena de tensión. Nadie jamás me hizo antes un cunnilingus como este: mi placer es máximo, sucumbo a un clímax que hace que todo mi cuerpo tiemble y se abrase de placer. Él se vuelve hacia mí y yo me dejo caer hacia atrás, satisfecha y en estado de éxtasis.

Me entrega su pene erecto y mis manos lo masturban hasta que pierde el control y empiezo a masajearlo con mis labios y lo recompenso con una golosa mamada: lamo su glande y dejo que mi lengua gire lentamente a su alrededor. Él empieza a gemir cada vez más alto y alcanzar el clímax inclusa suelta un leve grito. Como si estuviese en otra dimensión, me besa y yo engullo su sabia – un sentimiento absurdamente celestial, que una de más me libera. Él introduce dos dedos en mi vagina, ávida, húmeda y palpitante y me penetra suavemente, estimulándome al mismo tiempo el ano. Por fin, soy agasajada con una nueva serie de espasmos orgásmicos. Me contuerzo y tiemblo, expresando una breve reticencia en nuestro Delikatessen sexual. Volvemos a detenernos en caricias y a besuquearnos haciendo que nuestras lenguas recorran, ansiosas y lujuriosas, cada pedazo de nuestras zonas erógenas.  Yo acabo poniéndome a cuatro patas y le permito que me posea por detrás. Nuestro último orgasmo se convierte en una detonación sensorial y él se derrama sobre mi cuerpo.

La intensidad con que cada momento de este baile deseos carnales nos poseyó no viene en ningún manual sobre sexo y perdimos la noción de cuánto tiempo permanecimos acostados, silenciosos mirándonos a los ojos como dos almas satisfechas.

Con la sensación de que había sido la mejor noche de mi vida, me duermo a su lado, exhausta y feliz como nunca antes… ¿como será la próxima vez? ¿Invitaremos a una escort para que nos desmitifique más aún los juegos de placer? Yo quiero atreverme…

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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