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La Playa del Deseo II

La Playa del Deseo II

José pudo apreciar su misteriosa belleza cuando la vio arrodillarse en la arena, piel lisa y bronceada, rostro redondeado y nariz chata, labios suaves y llenos, de sonrisa perpetuamente juguetona, profundos ojos castaños brillantes y provocadores. Curvas tiernas, una silueta de suave ampolleta, madura, fértil.
Su mirada vagó desde sus hartos y lisos muslos hasta sus redondeadas caderas y cintura acolchada, antes de fijarse en aquel par de tetas. Aquellas siluetas gloriosamente suaves coronados por anchos pezones, amasados hipnóticamente por las manos de ella, de dedos ahogados…
Ella se inclinó lentamente hacia delante, dejando bailar sus senos sobre el pecho de él, dejando que se deslizase al encuentro del palpitante mástil…
La vibrante corona desapareció entre las mamas suaves, voluptuosamente cálidas, al son de un gemido de placer…
Ella se reía de su expresión al contorsionarse plena de placer. Ella se revolvió con sus hombros, moviendo los brazos hacia abajo buscando apretar más si cabe sus tetas hasta que su polla se fundiese en el mar de mamas, con otro profundo gemido con los ojos cerrados. Él sintió el momento en el que el pecho de ella tragó todo su miembro bajo un suave peso, haciendo que el glande palpitase frenéticamente mientras oteaba el profundo valle que dibujaban sus perfectos senos, en un vano intento por escapar del sofocante abrazo.
Ella jugueteaba: «Sabía que te gustaría… impresionante… la mayoría simplemente desaparece entre estas maravillas», añadió mientras se quedaba mirando hacia la corona hinchada y rosada que sobrasalía entre su escote. José sintió como la presión de sus senos aumentaba bajo su ahogado miembro, con su glande hinchado y brillante entre ellos.
«¡Allá va él! «, antes de aliviar la presión para dejar aparecer otra vez la radiante corona acariciada por el frescor del aire matinal.
«Y él se volvió para verme…» sonriendo, juguetona.
«Pienso que se merece un beso …», mirándolo mientras estiraba el cuello hacia adelante, presionando los labios en la hinchada y sensible cabeza y dándole un suave beso, la cabeza medio enterrada en su espectacular escote.
Alejó sus labios y apretó las tetas de nuevo, sofocando la reluciente corona, después soltaba la presión para dejar que la punta asomase y depositase un beso en la cabeza brillante y palpitante. Ahora depositaba un beso suave, ahora giraba la lengua prolongadamente.
Cada segundo de este polvo «a la española» aumentaba la presión orgásmica, cada vez más pronunciado, con el mástil palpitando en el abrazo suave de su piel de seda…
Ella se inclinó buscando otra felación, pero él no aguantaba más. Gritó, extendiendo sus manos para poder recorrer su cabello, sujetándolo con tierna firmeza.
Ella se vio sorprendida por la incontrolable sacudida de sus caderas, enfilando su lanza en el sedoso valle de sus suaves senos y el glande ahogado en el abrazo húmedo de sus labios. Él se arqueó, sumergiendo en la cálida boca de ella su sexo deslizándolo sobre la suave lengua, y él soltó un profundo y encrespado llanto.
El miembro pulsó en la lengua, una vez, dos veces y después soltó una explosión de caliente y repentino semen, cubriendo y encharcando las papilas gustativas de ella con el sabor salado y almizclado de su semilla espesa y cremosa.
Ella cayó en la arena, jadeante, saboreando la madrugada fantástica y volvió a sentir el aire fresco acariciando su glande liberado. Levantó la cabeza para fijarse en como la sorbía con los ojos cerrados.
«Podías haber avisado… «, como si quisiese reprenderle, antes de sonreír. «Es que me gusta disfrutar del aperitivo antes del plato principal.»
Ella levantó su torso, haciendo que sus caderas sobrevolasen sobre su regazo, revelando su raja perfectamente afeitada y brillando con anticipada excitación, a pocos centímetros de su miembro, ligeramente ablandado en franca recuperación.
A él le admiraba comprobar como flotaba sobre él, como si de una divinidad pagana de la fertilidad se tratase, el sol naciente mostrando sus rayos entre la neblina matinal, forjando una aureola que iluminaba la silueta gloriosamente curvilínea.
Y ella sonreía en un ritual predatorio, de fuego ardiente en sus ojos y carne en llamas…

(termina el próximo mes)

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

La Playa del Deseo

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Fetiche y Fantasía - Breve Glosario

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