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Splosh: ¡un cumpleaños feliz para mí!

splosh

Me llamas para que meta algo de ropa extra en mi bolso y para decirme que también tienes algo para que me ponga. Como me gusta respetarte, lo dejo todo listo y te espero, imaginándome lo que viene de camino. Salimos y me dices que un amigo tuyo me quiere conocer y que yo tenía el tipo de cuerpo que le gusta a él.

Paramos en un semáforo y me metes una mano entre los muslos y te das cuenta de que estoy ya toda mojada por lo que me espera. Te cojo los dedos y los deslizo por la boca, tragando el sabor de mi sexo. Miro hacia abajo y puedo ver como tu rabo no para de palpitar.

Quiero desabrocharte el cinturón y me repeles con una bofetada. «Tendrás mucho de esto en un rato».

Paramos junto a un edificio en una zona industrial. Te llevas mi bolso, y el que te trajiste, me lo imagino con todo un instrumental sado en su interior.

Llamas a la puerta y al abrirse una fragancia de vainilla y especias lo inunda todo

¡Es una pastelería! En el centro de la sala hay una piscina inflable y en una mesa próxima se pueden ver fantásticas tartas de matrimonio, de cumpleaños, con frutas, miel, crema y claras en castillo.

¿Me has traído a una bacanal de comida?

Un hombre esbelto y atractivo, se aproxima con su indumentaria blanca de pastelero. Hay también una mujer. Alta, de pelo rubio oscuro e increíbles piernas.

Me entregas el bolso y apuntas hacia un vestuario. Me dispongo excitada y con un penetrante olor sexual. En la bolsa que me diste encuentro un slip de satén rosa, me gusta, y unas medias de nailon rosa pálido y un top a juego. Veo además una diadema negra y unas bailarinas rosas con costuras negras.

Al verme en el espejo no puedo por más que sentirme una dulce hada estallando de esteroides. Pero me gusta. Salgo y vuestras sonrisas parecen aprobar mi estilo. Puedo ver otro hombre, no muy alto, con el pello entre castaño y agrisado, ojos azules de acero, afeitado. El pastelero y su amigo se quitan las redes del cabello. El pastelero extiende la mano, llevándonos a la piscina. Te veo sentado en el sofá con la rubia a tu lado, sonriendo. Los dos hombres me rodean, pasando sus dedos por mi piel, me pellizcan en las nalgas y los senos. El pastelero se detiene delante mía y se inclina para besarme, con un embriagador vigor y mi boca se deja poseer. Sus manos me cubren los pechos y el amigo me aborda por detrás, puedo sentir su estado de excitación.

La rubia se levanta y se quita las bragas ofreciendo una panorámica de sus nalgas. Ella sonreía mientras deslizaba sus manos mientras parecía ofrecerte su trasero. Observo el movimiento de sus manos por tu cuerpo y como amasa tu rabo por encima de los pantalones.

Me siento acariciada y compruebo como mi slip empieza a mojarse. Sabía que mi clítoris iba a hincharse y a engrandarse, como preparándose para lo que estaba por venir. El amigo se acercó al carrito de las tartas. El pastelero sonrió, trayendo una pequeña mesa, en donde el amigo acertó a colocar una tarta de cumpleaños, cubierta de marfil con rosas y crema de mantequilla en rosa pálido. Él pasó un dedo por la tarta y, sonriendo, se llevó el dedo a mis labios. Se lo lamí y él rugió de placer. Me besó, desde la boca recorrió mis mejillas y mi cuello. Mientras tanto, su amigo había empezado a cubrirme los hombros con la tarta, pasando las endulzadas espátulas sobre mi piel en movimientos lánguidamente cremosos. Mis rodillas parecían ceder. Te miré y la rubia te estaba haciendo una golosa mamada. La manera en que te habías sentado en el sofá te permitió meterle los dedos en el coño, haciendo que ella gimiese sobre tu rabo. El pastelero metió una mano en la tarta y me la introdujo en la braga, aplastándola y frotando mi monte de Venus lleno de tarta.

¡Toda una endulzada bacanal! Me riegan con té helado, bebiendo directamente de mi piel. El pastelero regresa de otra sala, con un columpio gigante. Dejé que me llevasen y dispuse mis piernas suspendidas y bien separadas. Su amigo se cayó de rodillas delante mí con un gemido. Empezó a mordisquearme a través del satén de mi slip que transbordaba con la tarta de novia y sentía su cálida respiración en mi raja. Él seguía aplastando cremosos trozos de tarta sobre mis muslos y nalgas. Me arqueé hasta su boca y él empujó el slip hacia un lado. Me doy la vuelta para ver como te follas a la rubia que permanece inclinada delante tuya como poseída por tu vigoroso miembro.

Ella parece decirte algo y la observo excitada cuando de repente se le ve gritar de placer, yo sabía que acabías acabado de follártela. ¡Qué celos sentía!

El pastelero, mientras tanto, había aplastado la tarta contra mis senos, y dispuesto su lengua sobre mis pezones para empezar a lamerlos dando vueltas. Me sentí más aturdida y leve que nunca. Su amigo retiró algo de la bandeja. Sentí el plátano cuando me penetró, frío y tan espeso. Ellos regaron mi barriga con albaricoques marinados y la cálida miel que fluía por todos sus labios mayores de mi endulzada vulva. Ellos empezaron su festín de sabores sobre mí. Me arqueé en dirección a sus lenguas y dedos. Su amigo me lamía el coño con su excepcional lengua, girando sobre mi clítoris y mordisqueando el plátano que permanecía dentro. Sus dedos usaron la miel para aliviar la penetración de mi vagina. Un grito de gozo, contorsionándome lascivamente, salió de mí cuando su lengua se dispuso a lamerme el culo. El rabo del pastelero me penetró por la boca, cubierto de chocolate caliente para mi deleite. Yo no podía más que saltar de orgasmo en orgasmo, mientras seguía observándote con la rubia.

Su amigo dejó el plátano dentro de mí y llamó a la rubia. Ella tambaleaba aún por la sacudida que le habías metido. Ella se inclinó y empezó a comerme el coño. La sabia lengua de la rubia sabía perfectamente por donde comer. Fue ella quien terminó el plátano y quien derramó la miel y la crema por mi raja. Su rostro caía sobre mi sexo. El amigo del pastelero la agarró por los pelos e hizo que su rostro se frotase contra mis muslos cubiertos por un pegajoso dulce. Has venido también a lamerme el estómago y los senos. Algunas tartas tenían relleno y me besas en la boca llena de mazapán.

Me bajé del columpio y pude ver como el suelo de la piscina estaba cubierto de frutas, miel y tarta. Todos nos corrimos y estamos cubiertos en deliciosas salsas, algunas de nuestra propia autoría. Yo me sentí ir en tus brazos y al besarme, mis piernas se separan. El amigo empezó a follarme con prolongadas y lentas incursiones. La rubia se mete en la boca toda tu polla, dispuesta a darse un festín con ella. Yo abrí la boca para poder degustar la dulce miel de tu miembro. Tus murmullos de gozo me hacen sentir cada vez más las estocadas del amigo. Se oye un grito de liberación cuando el amigo se corre sobre los senos de la rubia, envueltos en la cobertura de la tarta.

El pastelero me posee el coño por detrás. La rubia me chupa el clítoris, provocándome nuevos orgásmicos chorreos. Retiras el rabo de mi boca para poder correrte. Me estremezco tanto, pero nadie para. Veo que ella se entretiene lamiéndole el rabo al amigo mientras él me folla. Vuelves a llenarme la boca y yo sorbo tu leche a salpicones. Mmmm…

Escucho al amigo gimiendo, hasta sus caderas se resistieron, y él acabó estremeciéndose. La rubia le sujeta el palo cuando él se salió de mí, su esperma se mezclaba con el toque a miel y té Darjeeling de mi coño. El pastelero se recostó mostrando una leve sonrisa en el rostro Estábamos cubiertos de la cabeza a los pies en glacé, miel, frutas y miel sexual. Fue delicioso, lamiéndonos los unos a los otros, oliéndonos los dedos, saboreando cada trago.

Cerca se ve una gran ducha. Abro el agua y siento como enfilas en dirección a la ducha detrás de mí, retirando todo el dulce de tu cuerpo. Estás otra vez empalmado y me giro hacia ti ofreciéndote mis nalgas. Te oigo gemir cuando me metes el miembro esfínter arriba, hasta el fondo. Los demás se acercan a apreciar el espectáculo de verme follada aún cubierta de confitería.  Sugar daddy está sodomizando a su sugar babe, y ella sabe quien es su dueño. Estoy mareada y empiezo como a caerme, pero los demás me sujetan, mientras, el pastelero se fuma un cigarro. La rubia me besa acaloradamente y con suaves murmullos me dice que soy adorable, mientras tu me golpeas en las nalgas. Cómo me gustan tus ataques de lujuria y que te corras dentro de mí.

¡Que festín de comida y sexo!

Me siento derrotada pero contenta cuando me miras y sonríes: «feliz cumpleaños, cariño».

Yo noto un poco de glacé rosa en tu oreja y sonrio…

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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