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Cóctel: aperitivos de una cena

aperitivos de um jantar especial

En realidad, a Peter y a mí tan solo nos habían invitado a una cena entre amigos, pero lo que sucedió finalmente fue un poco diferente y yo, la verdad, nunca lo olvidaré…

¿Que debía ponerme? Buscaba en mi armario algo que me pudiese gustar. Iba a salir con mi novio a cenar a casa de Manuela y Rafael, una pareja de lo más simpática.

Tras pensármelo un poco, me decidí por un vestido corto negro con un escote bajo y por el que Pedro sentía devoción -me decía siempre que me hacía muy atractiva. Superada la prueba de la ropa y el estilismo, nos dirigimos a nuestra cita. Mi atrevido vestido surtió efecto, porque mi novio enseguida empezó a piropearme y a regalarme gestos de cariño y guiños. A punto de caerse, introdujo su mano entre mis piernas logrando excitarme.

Pleno de sensualidad, empezó a tocarme y a meter dos de sus dedos hasta el fondo de mi vulva. El hinchazón de sus pantalones, cada vez mayor, me ponía burra… ahora era yo quien no lograba contenerse, con lo que me puse a desabrocharle el pantalón para agarrar su cipote. Nuestra lujuriosa escena se vio interrumpida repentinamente, porque poco antes de llegar al clímax, nuestro excitante viaje había terminado: habíamos llegado a casa de nuestros amigos.

Un aperitivo especial

Manuela y Rafael nos recibieron con su habitual simpatía, aparentemente no se habían dado cuenta de nuestro excitante estado. Nos sentamos en el sofá mientras nuestros anfitriones preparaban la cena. Mejor hubiese sido que no se hubiesen ido… mi novio no paraba de buscarme y yo me sentía mojada y abierta a dejarme devorar por su apetito. Sin pensar en nuestros amigos, le quité los pantalones mientras él me desvestía y empezaba a besarme los senos.

Me arrodillé delante de él y empecé a mimar su pene con la lengua -al principio, lentamente y después frenéticamente, hasta entrar en éxtasis. Él estaba a punto de correrse cuando, de repente, Manuela entró en la sala de estar.

Casi se me para el corazón del impacto, pero ella, simplemente esbozó una descarada sonrisa y me preguntó: «¿Puedo yo también?» Me alejé de la enorme polla de mi chico y le di a Manuela la libertad de que siguiese ella, a mí se me acababa de ocurrir algo mejor: me abrí de piernas y dejé que Pedro me ofreciese una sabrosa sesión de sexo oral como solo él sabe hacerlo. Su lengua recorría mi clítoris y se dirigía hacia mi vulva. Me ponía especialmente cachonda ver a nuestra anfitriona sorbiendo el glande de mi novio.

Sexo a cuatro

Al mirar hacia la puerta, vi a Rafael, quieto y en silencio disfrutando del espectáculo de sexo. Me alejé de Pedro y de Manuela y lo reté seductoramente. No quise esperar más y, toda excitada, lo desnudé. Me agarró por las nalgas y acabó, pleno de locura, penetrándome por detrás,

Me acerqué a Manuela y empecé a besarla en los pezones. Besamos a nuestros chicos por todo el cuerpo, mientras metía mis dedos en su vagina tal y como ella hacía conmigo. Pedro y Rafael estaban cachondos que no tuvieron tiempo ni de alejarse y acabaron corriéndose encima nuestra, uno detrás del otro, gimiendo de forma acompasada con nuestros orgasmos. Nunca había tenido una cena tan buena con amigos… y pienso que esta noche repetiremos, tal vez con una pareja de acompañantes de lujo para ponerle si cabe más picante a la fiesta.

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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