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Noche de sorpresa caliente

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Fue una de esas noches en que mi amigo y yo nos fuimos a cama cada uno por su lado. Yo estaba muerta de cansancio y él se había quedado a ver una de sus series favoritas y que yo solo veía por acompañarle. La verdad, aunque intenté mantenerme despierta para que después nos pudiésemos acurrucar, no aguanté.

Me quedé dormida y me desperté atontada y confusa, como buscando saber qué me había despertado. Mientras intentaba poner todo en orden en mi cabeza, sentí como una vigorosa mano se disponía a acariciarme en la barriga en un ávido movimiento circular. Mi novio se acababa de meter en cama.

No sabía cuánto tiempo había dormido, me encontraba perdida en el espacio tiempo, sin referencias. Mientras sus suaves labios recorrían mi piel, sentí un leve escalofrío subiendo por mis piernas y brazos. Sus manos habían descendido hasta mis piernas agasajándome con un generoso masaje. Mientras tanto, sus labios conquistaban lentamente mis muslos con ardientes besos.

Sentía el calor entre mis muslos y mi pulso se aceleró. Abrí los ojos y en la oscuridad apenas podía adivinar su cuerpo. Cuando dirigió su mirada en mi dirección, cerré mis párpados y fingí estar dormida. Lentamente, fue subiendo por mi cuerpo, separó mis pies con ternura y lentamente se acercó al interior de mis muslos que temblaban impacientes.

¡Qué maravilla que te despierten así!

Sus manos se apoyaron sobre mi cintura y él me brindó una sesión de sexo oral, suave, sensible y goloso que me hizo gemir -no lograba controlarme. Él paró por un instante y cuando nuestros ojos se encontraron, sonrió con una expresión de lujuria encantadora. Su lengua se adentró una vez más en mi vulva, vagando sobre mi clitorias… y yo dejé de pensar… estaba entregada a las ondas de placer que recorrían mis labios desde mi Monte de Venus: mientras él mimaba mi perla, empezó a meterme uno dedo en la vagina y otro en el ano. Sentía como el calor invadía mi cuerpo, gemí, gemía deleitada y llena de excitación.

Poco antes de correrme, se subió a mis senos y los acarició de forma alterna, pellizcando mis pezones duros. Nos besamos apasionadamente y mis manos sujetaron su polla dura para hacerle una paja.

Mientras su miembro viril se deslizaba por mis manos, sentí su respiración ansiosa en mi oído. Él no podía esperar más, se giró resueltamente de lado y me penetró por detrás hasta el fondo.

Me olvidé de todo lo que había a mi alrededor y a medida que sus investidas se aceleraban e intensificaban, yo gemía más alto de placer e imploraba por más. Mi cuerpo parecía estar a punto de explotar.

Sentí un enorme orgasmo chorreando por todo mi cuerpo y sus dedos se clavaron en mis nalgas cuando él se vino. Nos abrazamos satisfechos y nos quedamos dormidos juntos en esa noche tan caliente.

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

dominada no deck

Desesperadamente atada a la cubierta

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