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Pausa Nocturna

fetiche

Marc y yo somos compañeros -trabajamos ambos para una gran compañía aérea. Él es piloto y yo asistente de vuelo. Suerte la mía que suelo volar con él.

Hace poco empezamos una aventura que queremos mantener en secreto por varias razones -al final, estamos allí para trabajar y no para nuestro mero placer. Recientemente, nos volvieron a poner en el mismo equipo. Cuando lo veo, siento como una electrizante sensación recorre mi cuerpo y todas mis zonas erógenas -está tan cachondo y se le ve tan sexy en su uniforme azul claro hecho a medida, que revela su perfil bien tonificado, alto, viril… tan maravilloso. Íbamos a volar a República Dominicana y yo no veía el momento en que llegase ese día. Durante todo el vuelo mi imaginación me anticipó la aventura sexual que sería pasar la noche con él.

Tras el desembarque y el cumplimiento de las formalidades de la vida profesional, nos fuimos al hotel, situado en una maravillosa ensenada y con playa privada. El día se acercaba a su fin y el sol parecía esconderse en tonos de rosa dorado centelleantes. Hicimos el check-in y nos dieron las llaves de la habitación, subimos en el ascensor hasta el quinto piso.

Aún en el ascensor él me empotró contra la pared y se puso a besarme lenta y golosamente. Nuestros besos nos fueron poniendo cada vez más cachondos. Su paquete era cada vez más prominente y eso me ponía más si cabe, mi vulva empezaba a percibir, toda húmeda, lo que después vendría en la habitación. Marc abre la puerta y yo le miro sedienta, suspensa en satisfacción. Él se acerca a mí, suelta mi cabello y me peina con sus dedos delgados. Yo aprovecho el momento y cierro los ojos…

Pero estoy impaciente: hoy no tengo ganas de preliminares y juegos de estimulación… no, lo deseo inmediatamente y le susurro eso al oído. Me doy cuenta de que eso lo pone muy cachondo al frotar mi palpitante vientre contra su palo. Nos quitamos nuestros uniformes y quedamos desnudos el uno delante del otro. Hice que se tumbase en la cama king size. Mientras seguimos besándonos, me puse a hacerle una paja hasta que me empuja hacia atrás y se acuesta sobre mí -ansiosa, espero por la penetración, hasta que me siento poseída. Me deshago en deleite y abro bien las piernas para que la penetración sea aún más profunda, quiero que me folle bien y que me haga enloquecer con cada viril estocada de su sabroso glande.

Él se mueve lentamente y con mucho sentimiento y rápidamente encontramos nuestro ritmo. Hago que se acerque a mi y le gimo al oído. Él me folla con vigor y me penetra cada vez más profundo, porque estoy tan mojada, él se desliza sin esfuerzo hacia delante y hacia atrás y me empuja del modo que necesito para excitarme más si cabe. Acaricia mi rostro con sus suaves labios, acabando por susurrarme lleno de excitación que me quiere penetrar por detrás. ¡Ay qué bien!, le digo, mirándole a los ojos y suplicándole que me haga pasármelo bien y correrme de forma desenfrenada.

Me coloco una almohada debajo de la pelvis, porque yo logro alcanzar el orgasmo mejor de esa manera. Marc me penetra otra vez y es cada vez más maravilloso, porque va alternando entre entrar en mi vulva y su sabroso sexo anal. Me folla con más fuerza y me hace sentir cada una de sus estocadas bien dentro de mí. Yo no lo soporto más y empiezo a gemir cada vez más alto. Su pene firme me llena particularmente en esa posición. Nuestros cuerpos están fundidos por una leva capa de sudor. Tras haberme penetrado una y otra vez, compruebo que él está a punto de irse también y dejo que se corra dentro de mí. Extasiados, quedamos algunos minutos entrelazados antes de entrar a ducharnos. Bajamos al bar del hotel para recuperarnos y probablemente tendremos una sesión más después… cortesía de mi compañera asistente a la que le gusta un buen trío. Estoy segura de que a Marc no le importará…

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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