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La Duquesa de la Dominación

Contos Eróticos: A Duquesa da Dominação

Hace unos días, la duquesa y yo fuimos al teatro. La duquesa llevaba puesto un vestido de noche de seda negra, tan ajustado que todas las curvas de su cuerpo transmitían sensualidad, con una abertura delantera que permitía poder disfrutar de sus lánguidas piernas protegidas por unas pecaminosas medias de nylon negras.

Como si de un seductor espectáculo de magia se tratase, atrapaba las miradas de quien se atreviese a fantasear con ella. ¡Y entonces sucedió! ¡Un elegante caballero tropezó con ella! La copa de champagne que ella sostenía en sus manos cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. «¡Al suelo, ya!» Entonces él se dejó caer de rodillas y empezó a recoger los trozos de cristal. «¡Perdóneme! ¡Disculpe mi descuido!»

La duquesa lo observaba con cierto desdén mientras que con sus inquietas manos él seguía recogiendo trozos del suelo. Cuando recogió el último fragmento, el vertiginoso tacón de la duquesa se posó, seguro y certero, sobre él. Podía sentir como el tacón le perforaba la piel. «¡En diez minutos, en mi camarote privado!»

Sin retrasos, el desconocido entró en el camarote de la duquesa y se postró ante ella. «¡Acérquese!» le ordenaba la duquesa a su sumiso esclavo e inmediatamente él se arrastró en su dirección. Ella señaló un pequeño agujero que uno de los fragmentos había provocado en su media de seda. «¡Pagarás por esto!» Aun retumbaban sus palabras y ya tenía agarrado a su esclavo por el cuello presionándolo contra el suelo. La duquesa se bajó una de sus medias de nylon.

Lentamente se sacó la media, ató las piernas de su esclavo, le abrió la bragueta y ató la otra punta en su palpitante miembro. A continuación, deslizó su segunda media lentamente por su esbelta pierna y la soltó encima de la cabeza y de la parte superior del cuerpo del esclavo que, inmóvil, yacía a sus pies. Ávidamente, él, prisionero sadomasoquista, intentaba captar algo del olor que desprendían las medias de su captora.

«¡Y ahora lamerás los tacones de tu bella captora hasta hacerlos brillar!» El esclavo se sintió plenamente rendido.
La clara orden de Domina fue inmediatamente obedecida. Ella le liberó la boca con un desgarro en la media de nylon y, con dificultad, el esclavo hizo deslizar su lengua por los tacones de su captora. Lamía los tacones de cuero de Domina, venerándolos.

Tras largos minutos en los que él se esforzaba con su lengua esclava y sumisa para agradar a Domina, ella se sacó los tacones y enfiló uno de sus pies en dirección a la boca de su esclavo. El otro pie de la amante masajeaba los muslos del esclavo. «Oh, ¿pero que tenemos aquí?», exclamó la duquesa con una sádica carcajada, apretando más si cabe sus dedos entre las piernas del esclavo. «¡Ahora, serás esclavo de mi pie!»

El esclavo y masajeó cada dedo del pie divino de Dominatrix. Él rodeó las uñas pintadas de rojo con su entregada lengua y besó las plantas del pie, extendiendo, sediento, su lengua en dirección a la pierna. Domina jugaba todo el tiempo con el cuerpo de su esclavo sexual.

Tras esta sesión, ella cogió su pañuelo de seda e inmovilizó por completo a su sumiso objeto de placer. Durante todo el espectáculo, el esclavo de su fetiche tuvo que demostrar su humilde condición lamiendo con su lengua los tacones y los pies de Domina. De vez en cuando, él se acercaba uno de los tacones al cuerpo, como recompensa. La duquesa solo lo liberó de su cautiverio una vez que hubo acabado la actuación.

Domina le abrió la bragueta y liberó su desenfrenado glande. Un profundo gemido salió de su garganta cuando la duquesa soltó el otro lado de la media.
Hoy le ha tocado a él ser el esclavo y objeto de lujuria…, ¿querrías ser el próximo esclavo de la duquesa?

Si lo que buscas es en el placer en sentirte un esclavo, recibirás lascivos castigos, en cualquier lugar, de cualquier forma y para siempre.

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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