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Un aquí te pillo, aquí te mato en la oficina

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Paso por delante de tu despacho y tu mirada me persigue. Con una sonrisa, re invito a seguirme. Te levantas. Me balanceo con calma delante de ti, a propósito y sin girarme. Sé que me sigues. Siento tus ojos en mis nalgas …

Entramos silenciosamente en el vestíbulo del cuarto de baño, parece que no hay nadie dentro, excepto nosotros. Sentí un homigueo entre las piernas desde que saliste de tu despacho. Me pone entrar en el cuarto de baño contigo, el peligro de que nos pillen lo hace aún más excitante.

Vamos hacia el último cubículo, cierras la puerta y tu expresión de lujuria me devora. Me siento en la tapa y abro un poco las piernas, mientras se me sube un poco la falda, lo justo para que puedas ver mis medias de nylon. Me descalzo y me muevo un poco hacia delante. Apoyo mis pies en tu pecho.

¡Mantente a distancia!

Tus ojos recorren mis piernas hasta mis ojos -me gusta tanto esa atención incondicional que hace que me moje toda.

Me subo la falda un poco más y tus ojos persiguen mis manos. Una de tus manos pasa por mi cabello, la otra acaricia los senos. Suspiro suavemente con los escalofríos que recorren mi cuerpo.

Tu polla parece que no aguanta más y suplica poder salir. Me tocó entre las piernas con una mano, acariciándome sobre la ropa. Lascivamente, lamo y chupo dos dedos, y tú no dejas que pare de mirar.

Gimes discretamente y lames tus labios. Llevo un pie hasta tu boca. Paseo por tu labio inferior, mientras presiono firmemente el otro pie en tu pecho. Mis dedos se frotan dentro de mis pantalones y yo estoy toda mojada de placer. Logras, al fin, oler, mi pegajoso jugo. Deslizo mi pie por tu pecho abajo y con la planta del pie agarro tu polla, dura como la piedra. Te estimulo el escroto con los dedos de los pies hasta hacerte correr.

Mientras, me masturbo con los dedos. Te quedas en como mis dedos me tocan y no logras parar de fijarte en mis dedos envueltos en un jugo de placer. El tejido de mi slip te impide ver mi sexo. Te susurro al oído «?te gustaría verme sin mis bragas, mientras me corro?» Respondes, ansioso, que «Sí!» «Entonces, desnúdame despacio. Muy despacio.»

Tienes que controlarte, no la puedes arrancar de mi cuerpo, porque sé que sueñas con ello desde el primer día. Delicadamente, con respiración temblorosa, me bajas las bragas y las tiras. Te desabrochas los pantalones y te los bajas hasta las rodillas. Tu polla se suelta y se queda ante mis ojos. Saboreo tu deseo y me pone tan caliente que tengo que meterme los dedos en mi coño y dejarme follar. Me apoyo con una mano en la pared, meto mis dedos en tu boca y acaricio tu verga con mi otro pie.

Chupas y lames los dedos de mis pies a través del nylon, pleno de codicia. Con tu lengua, ancha, lames la planta del pie y después me chupas los dedos. Mis dedos me perforan implacablemente, tu sumisión me deja loca de lujuria. Sigo frotando tu cipote con mis pies. Lo agarro con seguidad y firmeza, tu empiezas a mover lentamente la pelvis. Te ordeno que me mires profundamente a los ojos. Te muestro mis dedos húmedos para que los lamas uno a uno. Aumentas el ritmo de tu movimiento pélvico, buscas intensamente las venas de placer entre mis pies.

Estás a punto de correrte cuando retiro mis pies de tu polla. Abro mis muslos para ti y te dejo ver todo. Con una mano, te masturbas, obcecado y poseído. Te quedas con mi extasiado coño y después regresas a mis ojos. Con una mirada inocente, sonrió maliciosamente. No puedes, ni quieres parar y finalmente te acabase corriendo soltando chorros calientes entre mis muslos. Recorres mi vagina mojada con tu palpitante verga hasta mi apretado rosetón.

¡Me encanta sentir tu semen goteando en mis zonas erógenas!

Ahora, límpiame con tu lengua, esclavo sexual y ni te atrevas a dejar nada sin lamer!

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

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