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Levántame

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Lo único que deseaba es disfrutar del olor a campo, de sus verdes prados y su cálido ambiente – había llegado la hora de coger el avión.

Soy una mujer adulta, robusta y madura, y había decidido ponerme un top de punto y mi sujetador favorito que hacía que mis senos se empinasen casi hasta la barbilla, una falda corta con sandalias y … con el coño al aire. Me había acabado de afeitar el chocho, estaba suave y alrededor de los labios mayores se podía apreciar el color rosado y seductor que custodiaba la deliciosa entrada de mi sediento sexo.

 «Hola, soy Brigitte» extendiendo la mano al caballero que se encontraba cerca de mí.

«Un placer, yo soy Quim», respondió él mientras me apretaba la mano un poco más de la cuenta.

Sus ojos se centraron en la parte superior de mi pálido muslo expuesto gracias a mi corta falda. Le permití que disfrutase de una vista panorámica sobre mis robustas piernas de mujer voluminosa que soy. Osado, posó su mano sobre mi falda y movió un dedo hasta el dobladillo, doblándolo ligeramente. Sentí como su mano dibujaba una leva caricia sobre mi suculento muslo. «Siempre me han atraído las mujeres grandes, espero que eso no sea demasiado atrevido por mi parte»

Ni se imagina lo que me gustó oír eso… de repente, empecé a sentir sus caricias con más fuerzas y yo le correspondí de buen grado, separando pausadamente mis muslos y respondiendo a su empeño.

Mi cuerpo ardía en deseo mientras sentía el calor de sus dedos rozándome gentilmente en mi monte de Venus, mientras extendían las puntas para acariciar mi perla de placer. Unas gustosas preliminares  Sus dedos me presionaron con fuerza y él se fijó en como se cerraban mis ojos, entorpecidos por la tortura sexual de la anticipación por consumarse.

Gemí con sordina cuando sus dedos se abalanzaron sobre mi rosada y desnuda vulva, moviéndose lenta, pero decididamente, en dirección a mi excitado clítoris. Estaba deseando que me metiese sus dedos y empinarme en su mano, mientras buscaba el momento de penetrar mi raja llena de crema.

Oh, sí, grité desde mis entrañas cuando sentí que tocaba mi mayor secreto.

«Tu voluminoso cuerpo me pone a mil… lo quiero ¡Quiero sentirlo, lo quiero todo!

Me sentía atractiva, sexy, como en celo y ardiendo.

«Vente al cuarto de baño, ¿vale?» Una vez dentro, me abrazó y empezó a besarme. Me levantó y me llevó al lavabo y me encantó ver como se quedaba hipnotizado mirándome el coño todo pelado. Me acarició en los muslos mientras los separaba más. Se dispuso a recorrer con la lengua mi almeja chorreante. Me estiraba y retorcía en espasmos, mientras su lengua serpenteaba adentrándose más aún y empezaba a follarme con los dedos hasta encontrase con su clítoris hinchado. Liberé mis ardientes senos mientras me hacía un dedo, estaba ansiosa por su pollón. Sus dedos se habían puesto a amasarme los senos, pellizcando y sometiendo mis duros pezones. Todo pasaba en cuestión de segundos, sentía como mi cuerpo se estremecía y como una última exploración de su lengua por mi vulva hacía que toda mi carga se liberase, y mi lechoso néctar acabase en su boca. Él lo sorbió todo mientras, en pleno orgasmo, me dejaba caer la cabeza hacia atrás y me iba dejando llevar por una increíble explosión sensorial que cabalgaba sobre mis senos, mi sexo, nalgas y todo mi enorme y poseído cuerpo.

Volvió a levantarme para tirarse encima mía y darme la vuelta. Separó mis carnosas nalgas y me penetró con todo el vigor. Con su tranca dentro, lo único que deseaba era gritar de placer, pero él me puso una mano sobre la boca. Mientras me follaba por detrás, yo exhalaba suspiros y gemidos ahogados en la palma de la mano, con ligeros dolores de lujuria coronadas por una sensación de pura felicidad y éxtasis. Hasta que sus huevos se contorsionaron y su pollón explotó, cubriendo mis paredes internas. Él se corría pleno de gusto dentro de mí. Qué gozo, sentir como salía de mí sabiendo que de mi gruta de amor goteaba un néctar de mezclas nuestras sobre su tranca. Me negué a lavarme porque quería que su leche se escurriese por mi raja en dirección a mis muslos, mientras volvíamos al sofá, saciados.    

Por muchos años me acordé gustosamente del lema de la agencia que me vendió este viaje: «Despega con nosotros».

**Este texto no refleja, necesariamente, la opinión de ApartadoX.

devoto

Me entrego a ti

Mírame, maridito.

Mírame, maridito.